El amor es como Don quijote: solo recobra la cordura para morir. Quiereme en mi locura...

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miércoles, 4 de mayo de 2011

Amor después de esta vida. Capítulo 1.




El discurso



No sabía que hacer, simplemente no tenía sentido, no para Rosalie; ésta se hallaba tendida sobre su cama, miraba, con una lágrima a punto de salir del lagrimal de su ojo derecho, hacia el techo de su habitación, en el cuál se hallaban perfectamente pintados variados dibujos de ángeles celestiales, querubines, y ángeles caídos. Su padre había fallecido hacía dos dias y ella y su madre acababan de llegar de una larga visíta a la funeraria.
-Maldíta muerte!- exclamó pensando en voz alta –te llevas a mi padre y no te importan nisiquiera mis sentimientos ni los de mi madre.
Aún no podía entender porqué su padre, un hombre sabio, alegre y trabajador, se había ido, se había apartado de su lado sin despedirse, se fué de repente, como cuándo las estrellas se apagan de repente, como un terremoto que azota un país completo sin advertir a nadie de su llegada.
-Rose!- la llamó Esmee, su mamá, désde el primer piso –baja rápido, por favor.
-Ahora voy!- gritó Rosalie con desánimo.
Bajó las escaleras con rapidez y llegó a la sala, en dónde vió, sentado en uno de los muebles a un hombre con traje negro, aunque sin corbata. Éste tenía el pelo del color de la arena, un poco rubio y un poco castaño, giró su cabeza y, al verla, le sonrió amigablemente.
-Rosalie…- inició Esmee tomandola de la mano- el es el padre Benjamín, el efectuará la misa de tu padre antes de enterrarlo.
-Es un placer conocerte- dijo el padre estrujandole la mano.
-Igual- Rose sonrió con una sonrísa tan depresiva como hipócrita, algo en su interior le decía que ése hombre tenía algo malo, le daba, como dícen algunos, mala espína.
-Vengo en un momento- dijo Esmee poniéndose en pie. Se dirigió a la cocina y entró en ella.
-Esmee me ha hablado sobre tu relación con tu padre, el señor…- pensó el nombre un momento, Rose deseó que aquel hombre se fuéra de allí, de su casa, inmediatamente.
.-Yo?
-Si, sé que no es facil perder a un ser querido, péro talvéz si das unas palabras te puedas quitar un péso de encíma.
-Padre, yo… no soy muy buena para hablar al público… no, no puedo, lo siento péro no.- Ella se púso en pie y estaba a punto de marcharse cuándo… su mamá llegó.
-Traje galletas- dijo Esmee poniendo el plato de cerámica sobre la pequeña mesa de centro de madera tallada –Rose, ayúdame a traer los refrescos si? Están en la cocina.
-Ya voy…- dijo ésta dirigiendose al lugar recién nombrado por su madre.



Rose llegó a los pocos segundos con una bandeja de plata y en ella se encontraban 3 vasos de porcelana fina. Rosalie se mostró extrañada, éstos vasos solo éran para visitas muy impotántes. "Talvez es un soborno" pensó, su madre éra una excelénte negociante y siempre lograba su cometido, Rose no recordaba una sola vez que su madre hubiéra perdido, nisiquiera una.



-Aquí están los refrescos- dijo poniendo la bandeja sobre la mesita de centro, al lado de las galletas que Esmee había hecho.



-Gracias hija- dijo Ésta con aprecio.



-Por nada.



-Le he pedido a Rosalie dar unas palabras en la mísa, Esmee y quisiera antes tu aprobación- dijo el padre con un exceso incómodo de cortesía en la voz.



-Por mí no hay problema... es su padre ¿no? Rose tiene todo el derécho y...- fijó su mirada en Rosalie y le mostró cariño con sus ojos -sería magnífico que lo hicieras.



-Aún no estoy segura, mamá -respondió la muchacha al cariño de su madre -Y... si me trabo? Sabes que me quedé callada varias veces en mis exposiciones en el colegio ¿verdad?



-Si cariño... péro ya tienes 18 años, ya tienes que confontar...



-Nada mamá, no lo haré. No quedaré en ridículo.



-No lo hagas por tí, ni tampoco por tu madre, házlo por tu padre- agregó el padre Benjamín -házlo por él.



-Rosalie Cullen... tu eliges, ni el padre ni yo tenemos que decidir nada por tí- continuó Esmee.



-Lo pensaré- dijo la joven mirando hacia el suelo blanco de la sala.



-Tienes hásta mañana- dijo Esmee, su voz éra neutra, sin color, ni gracia -en la mañana.

Rosalie se levantó del pequeño sillón color melocotón de la sala, se despidió con una sonrisa y un "hásta luego" del padre Benjamín y se dirigió a su cuarto. "Como se les ocúrre ponerme en ésta posición?" pensó la muchacha, se quitó un mechón de su cabello rubio del rostro y miró hacia su escritorio, "Hazlo por tu padre" había dicho Benjamín. "Bien" pensó ella "No tengo nada que perder, solo mi verguenza y tal vez una cuarta o quinta párte de mi reputación", sacó su libreta de uno de los cajones del escritorio y comenzó su tarea como escritora.

Cáda palabra en su discúrso reflejaba el inmenso amor de una hija a un padre cómo lo éra Carlisle. Ella lo quería demasiado, más que a su propia vida. Unas cuántas lágrimas salieron de sus ojos, lo extrañaba demasiado y no sabía como sería su vida de ahora en adelante, tríste, talvez; felíz, no había muchas posibilidades; consumida por la nostalgia, éra la opción más aproximada, o, así lo consideraba Rosalie.

En ése momento sonó su celular, éra Jane, su mejor amiga.

-Hola?

-Hola Rose, como has estado?- la saludó Jane.

-Mmmm... como crees tu que estoy?- preguntó Rosalie con un poco de sarcásmo en su voz.

-Perdoname, pregunta tonta....- se excusó Jane -solo quería saber que tal estabas, y si no te habías suicidado aún.

-Jane...


Ésta rió.

-Chíste tonto.

-Si- afirmó Rose -y tranquila aún no estoy al borde de la muerte.

-Ok.

-y para que me llamabas, sé que tienes algo entre manos.

-La verdad... si, estaba pensando en ir al cine, ya sabes... una pequeña distracción.

-Me parece algo oportuno, ahora más que nunca necesito estar con amigos, familia y pues... ubicar mis pensamientos- agregó Rose.

-Es un si?

-Es un porsupuésto que sí!

-Genial! Nos vemos el viernes a las...

-3:00 p.m., en el cinema de Port Angeles- concluyó la muchacha.

-Perfecto! Adiós. Llamaré a los otros.

-Espera a los otros? Hola?- preguntó Rosalie, péro Jane ya había colgado.

Rosalie colgó y continuó su discurso. Por un momento no súpo que más escribir pero luego de escuchar un poco de musica de sus bandas favoritas cómo lo éran Coldplay, Paramore, Green day y una que otra canción de Porta, continuó.

Al dia siguiente en la mísa, Rose podía sentir su corazón latir aceleradamente, no podía decir que estaba en perfecto estado, sus nervios estaban sobresaltados y se sentía un poco mareada. Sus manos comenzaron a sudar una vez que fué anunciada en el estrado, Rose pasó con súma delicadeza para no tropezar o resbalar con algo y ser el "hazme reír" de aquel lugar, de aquella gigantesca y a la vez confortable iglesia, aunque en éste momento no lo fuéra.

Colocó la hoja con unas cuántas arrugas en ellas en el púlpito y comenzó a leer lo que se encontraba escrito en aquel papel, cáda palabra salía directamente de su corazón: "Désde muy niña, mi padre siempre estuvo allí para apoyarme, cuándo lloraba, él me hacía reír; cuándo tropezaba, él me ayudaba alevantarme; cuándo tenía miedo, el me daba fortaleza y valor. Siempre púso a su familia en primer lugar, cáda pelea con él no durába mucho, porque fué un hombre humilde, no éra caprichoso, siempre le deseó el bien a todo el mundo. Me ayudó a proseguir, éra un hombre bondadoso y en su corazón, siempre hubo espacio para cualquier persona que lo quisiera, jamás juzgó a nadie, siempre aceptó sus errores y me ayudó a aceptar los mios. Quiero agradecerles a todos y cáda uno de ustedes por apoyarlo a él y tengo la certéza de que él los lleva en su mente y en su corazón al igual que mi madre y yo".

Cuándo Rosalie finalizó su discurso, el público se mostró conmovido ante sus bellas palabras. Algunas mujeres tenían unas cuántas lagrimas cayendo por sus mejillas y varios hombres asentían en señal de aprobación. Rose miró a sus familiares, uno de sus tíos tenia la cabeza agachada y parecía que estaba llorando; la chica miró a algunas mujeres en el fondo del exténso salón, éstas se encontraban cuchicheando algo en especial, que tenía que ver con Rose, ya que sus miradas estaban puestas sobre ella.

Rosalie salió disparada hacia el jardín con suma discreción, porsupuésto. Se sentó en el frío césped y comenzó a arrancarlo con ira en désde su cabeza hásta sus pies arropados por unas cómodas botas de pana negro.

-No hagas éso, respeta la propiedad ajena!- la reprendió una mujer. Rose giró su cabeza y, al ver a Esmee mirandole indignada, volvió la cabeza y de nuevo fijó su mirada en el verde prado.

-Me siento extraña,- dijo la muchacha ignorando las palabras de su madre -como si lo que dije hubiéra sido extremadamente sufrible...

-No lo fué- la interrumpió Esmee.

-No? Pués, algunos creen que soy una infelíz y ahora me tienen lástima, piensan que me quedaré cruzada de brazos sin poder volver a hacer nada nunca jamás, piensan que me hundiré en la soledad, lo ví en cáda uno de sus rostros- en la voz de la joven se notaba la furia que llevaba dentro.

-Sabes bien que odio que me tengan lástima y no me gusta tenerle lástima a nadie, es horrible- agregó Rose.

-Rose... ellos no sienten lástima por ti, sienten comprensión.

-Esas mujeres lloran, piensan que ahora viviré lamentandome y quejandome el resto de mi vida.

-No, no es así - afirmó Esmee con un tono de voz sumamente disciplinario, como una típica directora de una institución -Esas mujeres lloran porque por medio de ésas palabras que díste, que, porcierto, fuéron hermosas, pudieron sentir que Carlisle les quiere y que ellas sirvieron de algo en su vida -Esmee se sentó al lado de su hija.

Rosalie pudo sentir una punzada atravesando su pecho, había juzgado a todas aquellas personas que se encontraba allí apoyandola, que habían ido a llorar la muerte de su padre y, a la vez, a darle fuérzas a su madre.

-Mamá, mira... lo siento...- dijo Rose arrepentida -Solo... perdoname si? Porfavor...

-Ya! Basta!- la interrumpió Esmee - es suficiente!

-Péro, mamá...

-Rosalie, tienes todo el derecho de sentirte así, de sentirte mal... péro, no es para que empiéces a pedir perdón como una boba por algo que no es tu culpa. Me entiendes?

-Mamá...

-Me entiendes?- repitió Esmee elevando du tono de voz.

-Si-finalizó Rosalie.

-Vamos, es hora de ir al cementerio.

Una lágrima resbaló por la mejilla izquierda de la muchacha.

-Ya voy...

-Te espero- le dijo su madre poniendose en pie.

-Ok- Rosalie miró al cielo cuándo su madre entró en la iglesia, la joven susurró -Dios, cuida a mi padre, fué un buen hombre.

Rose se puso en pie y caminó lentamente hacia la iglesia, luego, se dirigió a la sala en sónde se encontraba la tumba de su padre.

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Aquí esta lo prometido, sé que les había prometido subir el segundo capi de una vez péro, ya saben, el tiempo es oro y no hay mucho espacio en el caldero :). Mañana publico el segundo cap, sigan conectadas.

Nos leemos

Kata Morgenster

1 comentario:

Lucy dijo...

Siiiii por fin. saltó de la felicidad con que hayas publicado, de verdad gracias por ser tan bondadosa con tus lectoras y no haacernos esperar

saludos desde mi mexico lindo y querido