El amor es como Don quijote: solo recobra la cordura para morir. Quiereme en mi locura...

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lunes, 25 de abril de 2011

Anochecer. Capitulo 4.

En manos del destino




Pov Steve




Erick y yo caminabamos, o, mejor dicho trotabamos tras Paul, éste nos guiaba con impaciencia hacia el árbol "hechizado", el cuál no sabía si en serio sería tan asombroso como nos había dicho Paul, o tan bobo, como me había dicho Melody.


-De prísa- nos instó Paul -apúrense, ya falta poco para llegar.




Corrímos con torpéza hacia nuestro destino y uno que otro tropezón nos fué advirtiéndo que debíamos ir más despacio.




Llegamos al árbol dónde, según Paul, nuestras almas iban a volar como abejas en trabajo de polinización. Pude admirar el tronco dúro y mohoso que se mostraba ante mis ojos, el árbol debía medir unos 40 metros de altoy según Paul, llevaba con vida 150 años o más; Paul nos contó que éste árbol éra una especie de sitio especial en dónde cáda noche, miles de espíritus se reunían a trazar planes malignos, a quejarse, o, de vez en cuándo a visitar al mísmo satanás; ésto último me hízo estremecer y temblar hásta los huesos.




Miré la hora en el reloj que portaba en mi muñeca, éste éra de plata fina, había sido un regalo por mi décimosexto cumpleaños; gracias a mi linterna, pude ver la hora en la pantalla de mi lujosa joyería, éran las 7:30, me pregunté en mi interior si se habrían dado cuénta de que no nos encontrabamos en el campamento, Erick me sacó de mis cavilaciones con una simple pregunta.


-Ahora... qué se supone que debe suceder?


-Tenemos que esperar- sugirió Paul.


-Cuánto?- pregunté impaciente.


-Paciencia...-dijo el responsable de ésa supuesta "aventura".




Tomamos asiento en el pie del árbol. Saqué unos aperitivos que llevaba en mi mochila, como dícen, por si las moscas. Compartí la comida con Erick y Paul, éste último nos convidó algunos dulces que llevaba en sus bolsillos, en éstos habían cosas de cualquier clase, encontramos una moneda de cinco centavos estadounidense, una goma de mascar pegada a un trozo de papel y una mara.


-Oye...-dijo Paul llamando mi atención.


-Que?- dije correspondiendo a su llamado.


-Que hay entre la chica esa de pelo castaño y ojos color miel, y tu?


-Hablas de Kate?


-Así se llama?


-Si- afirmé.


-Bueno...- me instó a contestar su primera pregúnta.


-Es mi novia- la palabra me supo bien, éra un sabor ni muy dulce ni muy agrio, de algún modo éra agradable.


-Oh... veo. Hace cuánto?


-Como un mes- contesté poniendo un calendario imaginerio en mi mente.


-Un mes?- preguntó Erick incrédulo.


-Si, bueno, en 3 dias lo cumplímos.


-Es muy poco tiempo, seguro que no es nada serio aún.


-Me da igual, el tiempo no se cuénta cuándo estás con el ser que amas, solo se cuéntan los latídos del corazón.




Los dos muchachos se quedaron en silencio un instánte, luego, un sonido extraño lo quebró, un sonido que parecía venir de los matorrales a nuestra izquierda ubicados a dos metros de distancia.




Me mantúve alerta, mirando los matorrales, no podía alejar mi mirada de aquella ubicación. El sonido se repitió, ésta vez fué más fuerte.


-Oyeron éso?- preguntó Erick alerta.


-Si-dije sin quitar mi mirada del lugar de dónde provenía aquel extraño sonido, el sonido de un ser, humano o animal, meciendo las hojas verdosas de los arbústos.


-Qué es?- preguntó Paul en un susurro, luego exclamó- Quien está ahí?


-Dudo que te vayan a contestar- susurré mirandolo con un excéso de temor y nervios en mis ojos oscuros.


Pasáron más o menos 15 minutos en los cuáles solo se oyéron el viento, rozando las hojas de los árboles y las inhalaciónes y exhalaciónes realizadas por nuestro sistema respiratorio. El sonido se propagó de nuevo, ésta vez mucho más fuerte que las veces pasádas. Traté de mantener la calma, aunque mi cuerpo y mi sistema nervioso no me ayudaban mucho que digamos, mi respiración aumentó su velocidad y mi corazón comenzó a palpitar cáda vez más rápido.


-Que está suce...- no pude terminar.


En ése instante un ser de color negro, 4 patas, un hocico lo suficientemente grande para tragarme de un mordísco y unos ojos oscuros se posó de un salto en frente de nosotros. Gruño mostrando sus colmillos, éstos nos hicieron estremecer, quedé en shock mirando aquella figura.


El lobo gigantésco (relacioné a la bestia con algo así), me miró directamente a los ojos, sentí como si él estuviéra intentándo crear una conexión conmigo. Sus ojos me miraban como si fuéra párte de él, como si, de algun modo yo fuéra una párte de su corazón, de su alma.


-Qué eres?- pregunté en voz alta involuntariamente.


Nadie dijo nada, Paul y Erick se encontraban demasiado asustados para burlárse de mi estúpida pregúnta, agradecí en párte ésto.


El ser quitó sus ojos de mí y los fijó en los matorrales, de los cuáles había salido hacía unos instantes. Fijé mi mirada en éstos, otra bestia apareció, caminó con lentitud hacia dónde se encontraba su compañero y se ubicó a su lado, fijó su mirada en nosotros. Éste éra un poco más bajo que el otro, su pelaje éra de color plata y sus ojos éran tan azules como el mar. Mi linterna iluminaba al lobo pequeño mientras que la de Paul iluminaba al negro gigantesco.


Miré hacia el cielo, la luna llegó a su punto más alto y las bestias entonaron sus aullidos sincronizadamente uno con el otro. Éstos nos hicieron poner la piel de gallina, la cuál ya amenazaba con aparecér désde la llegada del lobo más grande. En cuánto la luna fué tapada por una nube pasajera, los dos lobos pararon de aullar, me miraron y se abalanzáron sobre mí, uno me tomó la pierna derecha con su boca, gemí de dolor mientras que el lobo pequeño me agarraba la otra pierna.


-Auxilio!- grité, pero no húbo respuésta, nadie atendía mi llamada de ayuda, nisiquiéra los acompañantes de mi desventura, ellos estaban en shock.


Los animales me empezaron a arrastrar con brusquedad, grité y pataleé sin saber que más hacer. Moví mis piernas con fuérza, tanta, que le pegué en el hocico a una de las bestias, ésta me soltó y se rascó la naríz contra el césped, elevó su cara, me miró con susu ojos llenos de íra y me agarró de nuevo la pierna.


Erick reaccionó y corrió con las rodillas hacia mí, me tomo una mano con fuerza y me jaló, pero uno de los lobos me jaló con más fuerza y me arrastró lejos de mi amigo. Éste se golpeó contra una roca y se sobó la cabeza maldiciendo en voz baja.


Así, siguieron llevandome hacia el oscuro bosque, no podía hacer nada, ahora mi suerte estaba en manos del destino.







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