Lo lamento, Carlisle
Nunca me había sentido tan incomoda junto a Carlisle, entre nosotros reinaba el silencio, un frio y punzante silencio. El taxi en el que ibamos llegó por fin a nuestro destino, le pagué al conductor y salí del automovil por un lado al tiempo que Carlisle salía por el otro.
-Ahora que?- me preguntó éste admirando la inmensa casa ante nuestros ojos.
-Tenemos que tocar y esperar a que nos atiendan, si esque nos atienden- dije acercandome a la puerta.
Toqué tres veces, nada... otros tres toques... todo seguía en silencio, dí otro toque y de inmediato se oyó el crujir del cerrojo siendo abierto, una mujer alta y desaliñada nos miró de pies a cabeza grotescamente.
-Que quieren?- nos preguntó.
-Viven los esposos Swan aquí?- pregunté.
-Querrás decir el señor Swan...
-Emmm... si- acepté un poco confundida.
-Esperen aquí- nos dijo antes de irse a las escaleras y gritar -Señor Swan! Lo necesitan a la puerta.
-Bajo enseguida- se oyó decir a la grotesca voz del que supúse era el Señor Swan... mi padre.
La mujer nos hizo pasar y tomar asiento en los elegantes muebles de cuero de la sala. El señor Swan (prefiero llamarle así) llegó a los pocos minutos, estaba como lo recordaba, su bigote bien grueso, sus ojos cafés, su cabello despeinado, la única diferencia eran algunas canas que sobresalían en su pelo y creo que estaba mas alto. Al vernos, sonrió y se acercó a nosotros para saludarnos de antemano.
-Soy Charlie Swan, es un placer.
-Carlisle e Isabella Cullen- dijo Carlisle -Un gusto
-Que lindo nombre... Isabella...- miró al suelo con nostalgia y luego nos miró antes de sonreír.
-En que puedo ayudarles?
-Verá... no se como comenzar... emmm
-Señor Swan... hace mas o menos 12 años, usted y su esposa perdieron a su hija no?
-Como sabe eso?
-Escuchenos, porfavor...- lo tranquilizó mi compañero.
-Esa niña... se llamaba Isabella, no?- pregunté.
-Que saben de ella?- dijo aún mas interesado y confundido que antes.
-Esa niña ahora tiene 18 años- dijo Carlisle -y está aquí...
-Pero... quiere decir que ella es mi hija?- dijo señalandome.
-Si- susurré.
-Es, es una locura...- entonces acercó su rostro al mio y me miró a los ojos -Bella?
-Si- fué lo unico que pude decir, estaba atemorizada por su reacción venidera.
-Tienes los mismos ojos de tu padre...- entonces se abalanzó sobre mi y me estrechó en un fuerte abrazo, el cual correspondí por inercia.
Me sonreí a mi misma, en parte estaba feliz con mi padre, pero en parte no comprendía porque él se encontraba tan feliz, su odio me lo había demostrado cuando éra pequeña, ahora me susurraba que me quería, que no podía creer que yo estuviera allí con él... acaso estaba ebrio? O yo estaba soñando? No.
Al fin me soltó y me miró a los ojos.
-Creí que te había perdido...
-Porque tanta emoción? René y tu jamás quisieron encontrarme- dije por fin.
-Que no quisimos encontrarte?
-No, Carlisle dijo que...
-Amor... pusimos carteles por todo Forks y algunos en Port Angeles
-Pero- entonces miré a Carlisle -me dijíste que...
-Jamás ví esos carteles de los que él habla...
-No?- preguntó mi padre mirandolo a los ojos.
-No- aseguró.
-Pusimos anuncios en televisión, Bells... y...
-Yo jamás los ví- aseguró el ladrón interrumpiendolo.
-Yo...- dije -no se, no se que creer
-Lo que te dice él es mentira- me dijo Carlisle.
-Preguntemosle a René -entonces miré a Charlie -donde está ella?
-Nos divorciamos hace tres años, Bella...
Para ser sincera, aquella noticia no me sorprendía para nada, mis padres siempre habían vivido entorno a las peleas y los gritos, una vez llegaron a tal punto de que mi papá golpeara a mi mamá, no recuerdo que pasó después, pero sé que no fué bueno y me parecía bien que ahora, él viviera solo, René éra una mujer cruel, amaba mas al dinero que a su propio esposo o a su propia hija, si esque alguna vez me vió de ese modo.
-Mmmm- solo eso pude murmurar.
-Si... ahora René vive en Phoenix, junto con su novio- Charlie puso una expresión dolida al mencionar a aquel hombre.
-Que mal...
-Si, pero... quiero que sepas -dijo tomando mi mano -que tienes aquí a tu padre, para lo que necesites
-Gracias- sonreí, entonces miré a Carlisle -debemos irnos
-Y... no tienes otra pregunta?- dijo Charlie.
-No, por ahora- dije.
-Entonces, acepten quedarse a cenar, porfavor...
-Lo lamento- me apresuré a decir antes de que Carlisle abriera su bocota -no podemos, otro dia
-Esta bien, recuerden que siempre serán bienvenidos aquí, esta ahora es su casa
-Gracias- dijimos Carlisle y yo en coro.
Salímos de aquella casa completamente vacíos, yo no había esperado ver a Charlie así, tan amoroso conmigo, en parte me alegré de que René no hubiera estado, si hubiera estado allí, nisiquiera habría querido abrirme la puerta... o, tal vez si, para luego cerrarla en mi cara y burlarse a grandes y ruidosas carcajadas.
Le dije a Carlisle que quería caminar y pensar en mi vida, éste aceptó y me acompañó en la caminata; de nuevo el silencio mandó, nadie decía nada, el único sonido lo producían las hojas de los arboles y el paso de los autos sobre aquella vieja carretera, metí mis manos en los bolsillos laterales de mi abrigo para cubrirlas del frio viento, el cual estaba a punto de congelarme por completo, Carlisle, al parecer, se dió cuenta de ello y de inmediato se me acercó y me tomó en un abrazo de oso.
-Deberiamos ir al departamento, hace mucho frio aqui, no crees?- dijo.
Asentí. Entonces, mi compañero extendió su brazo haciendole señales al conductor del taxi próximo a llegar a nosotros, éste frenó y de inmediato entramos en él. Carl dió la dirección, la cual el señor taxista acató, poco después nos encontrabamos ya en el departamento.
Me interné en mi habitación, allí, me quité toda mi ropa congelada para ponerme algo mas caliente y cómodo; me estaba poniendo el pantalon cuando tocaron la puerta.
-Bella... Edward está al telefono
-Que?- me terminé de poner el pantalon.
-Dejaste tu celular en la cocina, Edward está en la línea, dice que necesita...
-Damelo!- ordené abriendo la puerta de golpe y tomando o mejor dicho, rapandole el celular de las manos.
-Hola?
-Hola, Bella- en ese momento, su voz me hizo sentir cierta calma, él tenía algo mágico, aunque no sabía que éra.
-Ed...
-Como estas?
-Muy bien- sonreí.
-Que bien, oye, me preguntaba si... quisieras aceptar una invitación a almorzar en mi casa, mañana.
-Claro!- exclamé.
-Genial!! Quisiera aprovechar y presentarte a mi familia, trae a tu padre si quieres...
-Él estará encantado de ir- Carlisle, quien me miraba desde la cocina me hizo una señal de "Que?"
-Me alegra, paso por tí, o...
-Yo llego a tu casa, sé la dirección
-Está bien, amor, un beso enorme para ti!
-Yo te mando uno- esto lo sentía cursi, aunque de algún modo me pareció tierno.
-Adiós, te amo
-Igual, te veo luego- miré mi celular por un instante y luego colgué.
Carlisle no tardó en llegar a preguntar.
-Que quería?
-Nos invitó a cenar mañana, para presentarnos a su familia
-Y tu dijiste que si, como no adivinarlo?- dijo.
-Ya calmate!
-Que me calme de que?
-Calma tus celos!- eso lo dije yo? pensé. Carlisle bajó la mirada y luego se fué a paso lento hacia su habitación.
-Carl... perdoname
-Después de lo que te dije, ahora vienes a burlarte de mi- exclamó sin voltear.
-No me burlo... perdóname
-Largate con Edward!- gritó -a él si pareces amarlo, vé! Buscalo! Besense, hagan el amor si quieren! A mi ya me importa un bledo lo que tenga que ver con ustedes y con esta mierda de mundo!
Me quedé en silencio, atónita por sus palabras... ése no éra el Carlisle que tanto quería, pero no lo culpaba a él, sino a mi por hacerlo sufrir así, por haber abierto mi bocota, por haber dañado su existencia, jamás me perdonaría a mi mísma por este hecho y estaba de que él tampoco, así era como le pagaba después de que me salvó de mis padres? Después de criarme y darme alimento? Me sentía una total perra sin corazón, un mounstro... un demonio.
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