El amor es como Don quijote: solo recobra la cordura para morir. Quiereme en mi locura...

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martes, 17 de mayo de 2011

Amar es destruir. Capítulo 3, La cena.

Summary: Edward Cullen, un estudiante de medicina con un excelente futuro por delante, con una vida perfecta. Isabella Swan, una cantante de rock, con una promesa dolorosa. No volver a amar. Rebelde, atrevida y sin temor a decir lo que piensa, ella le dará un vuelco a toda su realidad... Dos polos opuestos reacios a caer en las redes de un amor prohibido.

Capítulo 3

La cena


Nota: por cuestiones de redacción, la historia de ahora en adelante será escrita en primera persona. Para mí, como autora, es mucho más fácil escribirla de esta manera, y me siento mucho más cómoda y espero que ustedes también disfruten la historia de esta manera.


Me quedé petrificada en la escalera. No podía creer lo que mis ojos estaban viendo, sin embargo; era demasiado real, para estar soñando. Aquellas hermosas esmeraldas me observaban fijamente; sus ojos eran una mezcla de sorpresa, ira y algo puro e inexplicable que no lograba descifrar. Pero era lo suficientemente fuerte para desnudarme el alma. Sentía que el odio se iba disipando poco a poco, los nervios, el rencor, la falsedad. Todo se iba consumiendo hasta volverse nada incluyendo mi seguridad, que a pesar de mis fuertes esfuerzos por encontrarla dentro de mí, esta se rehusaba a aparecer.

Lo recordaba y estaba cien por ciento segura de que él lo hacía también, aunque eso me hacia preguntarme ¿por qué? Ya que para él yo solo había sido una jovencita loca que se había arrojado a sus brazos en busca de un poco de cariño, de igual manera que lo hace un perrito callejero.

-Edward…-le susurré a la nada, perdiendo el aliento.- él seguía siendo el mismo de antes. Recordaba su imagen en un rincón de mi mente acompañada de mi lastimoso pasado, pero aquella imagen de él, aun seguía teniendo la misma nitidez, como en el día en el que lo había visto por primera vez. Podría retratarlo en una pintura, con cada detalle de su cuerpo y su rostro si así lo quisiese.

Los recuerdos comenzaron a agolparse con avidez en mi memoria y fui absorbida por esa gran bruma del pasado.

_FlashBack_

-Tengo que irme.-murmuró tazando mi mejilla con suma suavidad, como si yo fuera algo que se pudiera romper con tan solo el suave susurro del viento. Su voz a diferencia de las otras veces se escucho ronca. Para el era un momento incomodo.

-Quédate un poco más- le pedí. No quería dejarlo ni ahora ni nunca, estar junto a Edward se sentía tan bien. El era como mi anestesia… curaba todo lo que atormentaba a mi cabeza y corazón solo con su presencia.

Mi razón me decía que estaba mal lo que estaba ocurriendo, era extraño andar diciéndole a un desconocido que te habías topado en un parque mientras rompías en llanto que se quedara junto a ti. Edward tomó mis manos que se ubicaban en su pecho jugueteando con los botones de su camisa, queriendo deshacerlo y averiguar que había detrás de ellos. Besó sus nudillos.

-Tengo que irme o perderé el avión.-me explicó- Lo siento… pero no puedo quedarme.- <>. Me puse de pie y tomé mis cosas que se hallaban junto a él.

-Lo comprendo.-dije- tienes cosas que hacer. Tú tienes tu mundo, Edward. y yo no soy parte de el.- me giré para verlo la última vez y conservar una de sus miradas en mi memoria. Tenía rabia, debía confesarlo, odiaba que para el esto no hubiera significado nada más que un acto de caridad y lastima. las lágrimas volvieron a llenar mis ojos, comencé a caminar rumbo a la carretera. No sabía a dónde ir... pero lo que si tenía claro, era que quería marcharme.

Una mano fuerte me sostuvo del brazo, jalándome hacia atrás con suavidad y firmeza.

-¿Qué quieres, Edward?-interrogué con amargura rehusándome a verlo.

-Mírame-exigió.-por favor, ángel. mírame.- no quise hacerlo, mas Edward tomó mi rostro entre sus manos, haciendo que sus ojos y los míos se encontraran.

-Edward…-respondí en un suspiro esperanzador.

-La sudadera es mía.- el desencanto recorrió mi cuerpo, y de el dolor y la furia, le arrojé con brusquedad la sudadera a su rostro. Volví a caminar con rapidez rumbo a la carretera.- Espera!- me detuvo. Me giré involuntariamente bajo el hechizo de su voz.

- Aun no sé tu nombre.-<<¿mi nombre?, bah… para que finges. Sé que no te importo>>, cargada de rabia le respondí según mis impulsos, lo primero que se me ocurrió.

-Oh por supuesto, que descortés soy. Mi nombre es… VETE AL DEMONIO!.-le grité. No me detuve a ver la reacción que habían causado mis palabras en él, abordé el primer taxi que cruzó la calle y me encogí en el asiento trasero, lo ví borroso por la ventanilla del auto y estuve casi segura de que ví un rostro adolorido, pero no me hice ilusiones, no era más que lastima.

_Fin FlashBack_

La inseguridad volvió a rodearme con su fuerte lazo, casi estrangulándome. Mi pasado volvía para acabar conmigo y yo no estaba preparada para dar la pelea, Sin embargo; los últimos años llenos de frialdad me habían dado fortaleza, ojalá que fuera suficiente.

Edward…. Él conocía mi lado débil, ese lado que había enterrado, para que jamás volviera a nacer, ese lado del que hace mucho que no hacia uso. El lado que para todo el mundo excepto para mi, era oculto.

-Isabella. Ven aquí.-articuló Charlie con fingida cortesía y una sonrisa mas falsa que una moneda de cuero.- te estábamos esperando.

Bajé una escalón, ordenándole a mis piernas no flaquear, andar con seguridad y garbo. Bajé el siguiente y me sentí algo mas fuerte, no le iba a permitir a mi pasado ganarme esta vez. Yo iba a ser más fuerte, yo podría vencer. Charlie me tomó de la mano, ayudándome a bajar el último escalón. Traté de que mi rostro no demostrara lo incomoda que estaba con su gesto. Tan pronto pude, me liberé de el y dí a parar nada más y nada menos que junto a Edward. En el acto sentí el campo electromagnético envolviéndome y leve cosquilleo en mi abdomen…¿pero que diablos?,¿ qué era eso?.

-Estás hermosa.-murmuró Esme, abrazándome maternalmente.- y has crecido tanto.- se me hizo extraño su gesto, era demasiada alegría, por un simple reencuentro con una chica con la cual habías tenido muy poco contacto, sin embargo, acepte el abrazo mientras ese calor de madre me arropaba. Se sentía bien… como si ya no estuviera sola. luego de unos minutos, ella me soltó y pude ver algunas lagrimas empapando sus mejillas. Me sorprendí.

-Disculpa Is…-dijo secándose el rostro.- es la alegría de verte, cielo.

De seguro estaba embarazada o en uno de sus días…, Pensé.

-Buenas noches, Isabella.- continuó Carlisle con el saludo, sacándome de mis cavilaciones. Se acercó a mí y me dio un abrazo, después siguió Rosalie con un beso en la mejilla, que supe que escondía quizás algún insulto. Nunca no la habíamos llevado bien, me molestaba que ella fuera una creída y hueca y no esperaba ni creía que nuestra relación fuera a mejorar con el paso de los años.

- y tu…-tantee, dirigiéndome a Edward.- ¿quién eres..?- pregunté con total naturalidad, como si nunca lo hubiera visto en mi vida.

- El es Edward, tu primo. Quizás no lo recuerdes… él te cargaba en brazos cuando eras tan solo una nenita. Ha venido muy pocas veces a Forks, por lo que no creo que se hayan topado en los últimos años.- explicó Renée.

Créeme que si…

Edward avanzó hacia mí. Tomó mi mano con delicadeza, y depositó un suave y cálido beso en el dorso. Recordé las películas antiguas, llenas de caballeros de armadura, que besaban la mano de las damiselas.

-Edward Cullen- susurró.-un placer…- un escalofrío me recorrió el cuerpo, desde mi mano hasta el tope de mi cabeza, desde este a los dedos de mis pies. Retiré la mano en el instante en que él separó sus labios de mi piel.

- La cena está servida.- exclamó Emily en la entrada de la estancia con una charola en sus manos para recoger las copas,- Pueden pasar al comedor.- todos se dieron vuelta para observar a la chica y la siguieron rumbo al comedor hablando de nimiedades, y riéndose de ellas. Me dispuse a dirigirme hacia él, más una mano férrea atrapó mi brazo y me impidió continuar. Reconocí aquel calor familiar que había extrañado tanto, también el campo magnético que nos unía.

Me giré para encararlo. Sus esmeraldas estaban llenas de una combinación de emociones, vergüenza y arrepentimiento, y algo de éxtasis.

-¿Por qué no me dijiste que eras una Cullen?-. Quiso saber. Su voz emitía un tono tosco.

-¿Edward?, ¿Edward?- nos interrumpió la voz de la fastidiosa de su hermana.-¿Dónde estás?- él aprovechó mi descuido, me tomó fuerte de la mano y me jaló dentro del armario. Allí en medio de gruesos abrigos y algunos paraguas pude sentirlo más cerca, enloquecedoramente cerca. Entonces recordé su pregunta anterior y ya que no era propio de mí tratar con cortesía a alguien, y aun seguía algo dolida con él por haberme tenido lastima, le respondí bruscamente:

-Disculpa... pero no acostumbro a comentarle sobre mi árbol genealógico a un completo desconocido.- escupí las palabras.

- Lo siento, Bella…-se disculpó. Nunca antes me habían dicho Bella, pero debía confesar que me gustaba, o era solo de que sus labios salía perfecto.- No quise ser grosero, pero compréndeme, todo esto me toma por sorpresa. Tu…. Tu eres de mi familia, eres mi sangre… eres mi prima…- sus palabras me cayeron como un yunque sobre mi espalda. Nunca antes había odiado tanto que alguien me llamara “prima”

- No entiendo el por qué de tu preocupación. Entre nosotros no pasó nada. No tienes nada de que temer, Edward…-rezongué manteniéndome en mi posición de fría sin sentimientos.

-Sí, tienes razón….- dijo, con una voz tosca sin toque de felicidad.

-Edward Cullen, ¿dónde diablos te has metido?- preguntó Rosalie de nuevo, intentado dar con el paradero de Edward.- Edward!!!- Gritó de nuevo exasperada, pero ya se escuchaba un poco más lejos. Él se alejó de mi en el poco espacio que nos permitía el armario, abrió la puerta un poco y salió de la pequeña habitación.

Genial…Uno más en la lista de esta familia que me detestaba.

Esperé unos minutos más, para no levantar sospechas si alguien había visto a Edward salir del armario, y salí. Acomodé mi vestido y ensayé la sonrisa de alegría y satisfacción que tendría que mantener toda la noche. Con la sensación de que la noche no iba a transcurrir con normalidad, me dirigí hacia el comedor. Era una promesa…

-¿Dónde estabas?- inquirió Jessica, o más bien insinuó.

- En mi recamara.- respondí con total naturalidad.- buscaba el pendiente que me faltaba,- le dije enseñándole el objeto de bisutería azul.

-Veo que lo encontraste-repuso Charlie.-Ahora, por favor ten la amabilidad de tomar asiento.-señaló una silla en la lustrosa mesa, en medio de él y Jessica y justo en frente de Edward.

Que suerte la mía…y yo que deseaba ignorarlo…

Me senté en la silla contigua a Jessica e hice uso de todo mi autocontrol para no ver hacia el frente.

Emily junto con otras mucamas sirvieron las entradas, una ensalada mediterránea. Escondí varias sonrisas al ver a Jessica comer, era una autentica cerda. Al parecer, ni los años, ni el dinero podrían arreglar ciertas malas costumbres.

-Comes como un animal.-murmuré por lo bajo, para que solo ella y yo escacháramos.- creo que Babe el puerquito valiente come con más decencia que tu.-recalqué.

-Déjame en paz, Isfrikie.-rezongó con la boca llena de fetuccini y la barbilla llena de salsa especial de tomate.

-Ceeerdaaaa.-le susurré. La verdad estaba disfrutando en grande esto, ansiaba verla desesperada.-Eso es lo que eres una puerquita….

-Cállate, Cállate, Cállate!- murmuró exasperada. <>

-Nop.-dije sonriente.- Cerda…

-Isfrikie!, o te callas….-amenazó

-¿ o qué?, ¿qué vas a hacerme cerdita?-pregunté con dulzura, sin ningún temor. Su mano se aferró fuerte a la copa de vino y pude captar su negra intención. La muy ilusa planeaba echarme el vino encima, pero yo no se lo permitiría. Ella alzó la copa en dirección a mi, en un movimiento tan predecible y tonto, como su coeficiente intelectual, lanzó el liquido vino tinto hacia mí. Lo que ella no esperaba era que yo lo esquivara en un movimiento veloz, y aquel vino fuera a parar al rostro de Charlie. Esta vez no pude ocultar mi sonrisa.

-Jessica!!!-gritó Charlie cabreado. Se levantó de la mesa mientras miraba a mi hermana como si la quisiera matar<>

-Mi trabajo aquí ha terminado.-murmuré por la bajo y me levanté de la mesa, con una verdadera sonrisa de satisfacción en mi rostro.

Caminé a mi habitación con ese andar despreocupado característico mio. Me sentía bien por primera vez en mi casa. entré en mi sitio privado y para mi sorpresa, el medallón estaba sobre mi cama….

Que imbéciles…

Por lo visto, las cosas se estaban dando a mi favor. Había arruinado la cena, y ahora tenía el medallón de vuelta. Sin embargo; temía que mi suerte fuera a desaparecer en cualquier momento, no debía confiarme. El destino era impredecible…

<<>>

Tanteaba la piel de mi muñeca peligrosamente con el objeto filoso plateado. Leah una chica de la banda a la que pertenecía, me había sugerido hacerme una cicatriz con el logo de la banda, pues todos tenían aquella cicatriz incluyendo a Alice y yo era la única que faltaba. Jake, el bajista, se había ofrecido a sacarme aquella cicatriz, pero yo me negué. No podría imaginarme sus fuertes y grandes manos, haciendo aquel trabajo de tatuador con delicadeza. Prefería hacerlo yo misma.

Observé de nuevo el dibujo, improvisando con la pequeña cuchilla sobre mi piel con suavidad. Cuando estuve completamente segura, hice la primera incisión en forma vertical. De repente, la puerta se abrió de golpe y un “Bella” horrorizado, hizo que me clavara el objeto corto punzante aun más profundo. Me invadió un dolor fuerte como si me hubiera atravesado una bala.

Gemí de dolor, mientras trataba de sacarme la cuchilla de la muñeca, más mi mano temblaba tanto que temí hundirla más o rasgar más piel. El dolor era atroz… cerré mis ojos con fuerza, intentando calmarme para así poder retirar la cuchilla, al instante sentí unos dedos sobre mi muñeca que me impidieron retirarla. Abrí mis ojos y me encontré con unas esmeraldas dulces que me observaba preocupadas. Por acto reflejo, quité con brusquedad mi muñeca de sus manos.

-Déjame examinarla.-pidió- no sabemos qué tan profunda se te haya enterrado, y si habrá cortado alguna vena.

-No!- dije firmemente. Odiaba recibir ayuda. Odiaba sentirme débil.

-Por favor, Bella. No te hagas la fuerte en este momento. eso se te puede infectar…

- Tú no sabes nada de medicina.- le repliqué.- Yo puedo sola…

-Estudie 3 semestres de medicina en la mejor universidad de Londres.-admitió, haciéndome tragar mis palabras.-creo que estoy lo suficientemente capacitado para ayudarte con eso. Así que por favor, deja esos caprichitos de niñita de cinco años y permíteme revisarte.- le extendí mi brazo a regañadientes con las mejillas encendidas por haber perdido la discusión. Él observó mi herida por unos pocos minutos y concluyó:

-Parece que no es grave, pero debo curarte de inmediato.¿ Tienes un kit de primeros auxilios?

-En el baño hay uno.- respondí.

-Bien, entonces tendré que llevarte hasta allá.

-¿Llevarme?-pero mi pregunta no fue resuelta. Edward me tomó en brazos y me llevó hacia el baño.- ¿Esto es necesario, Doc.?

-No… pero quise hacerlo.- me dejó con suavidad sobre el amplio tocador y encendió la luz.- ¿dónde está el Kit?

- En la última gaveta.- dije señalando el pequeño compartimento. Edward sacó la caja blanca con una cruz roja en medio y buscó los implementos necesarios para suturar mi herida.

-Comenzaré por sacarte esa molesta cuchilla. Te va doler un poco, pero no te preocupes, todo estará bien.- cerré los ojos con fuerza, mientras que él aliviaba mi dolor poco a poco. Luego hizo todo el procedimiento de primeros auxilios, siempre estuve tomándolo fuerte de la camisa, la cual ya estaba arrugada de tantos jalones.

-Listo, he terminado….-anunció, levanté la mirada y observé mi brazo ya curado con una venda.

-Gracias…Edward…

-¿Por qué lo hiciste?-interrogó, ignorando mi agradecimiento.-Eres suicida ¿acaso’?.

-No.-respondí indignada y divertida por su suposición.- solo deseaba hacerme una cicatriz.

- Estás demente.-me reprochó.

-Edward!... es hora de irnos, ¿dónde estás?- gritaron en el piso de abajo, una mujer supuse que era Esme.

-Debo irme.-murmuró.- me bajé del tocador y lo miré fijamente. Me acerqué un poco a él- gracias de nuevo Doc. Le debo una.- le susurré en su oído, luego baje un poco más tanteando suavemente con mis labios el lóbulo de su oreja,¿ y la piel de su cuello en donde dejé un casto beso. Edward se acercó para besarme, más yo lo esquivé, haciendo uso del poco autocontrol que tenía. Yo deseaba más que él ese beso. Pero todo lo bueno se hace esperar.

-Aun no estás preparado…-le susurre sobre sus labios.-pero pronto lo estarás.-aseguré. Era definitivamente una promesa…

^_^

Hasta que al fin actualice, jajaja. Chicas, perdonen la demora, pero andaba corta de inspiración y por más que quisiera las palabras no me salian. Espero que este capi haya cumplido sus expectativas y lo hayan disfrutado en grande. No se olviden de comentar. ahh casi se me olvida, respondiendo a tu duda, Astrid. es Bella Swan Cullen

Saluditos,

Koko

2 comentarios:

nydia dijo...

dios qu efascinante historia me a encantado es genial y felicidades por escribir asi....Besos..

Astrid SIDM dijo...

gracias por la aclaracion!!! y me gusto mucho el cap... son primos y se gustan, eso va a complicar las cosas!!! ya quiero leer el sig cap... un beso!!!