Capítulo 9
Dulce Venganza
Big girls don’t cry
Fergie
Encendí la radio y coloque mi estación favorita. Quizás la música lograra tranquilizarme un poco. Luego de estar unas buenas horas llorando al poco calor del alba, mi mente tenía clara una cosa. Edward Cullen desde ahora, debía estar fuera de mi vida. Lastimosamente, para comenzar, debía creerme antes que nada dicho objetivo yo misma. Algo casi imposible.
Ese “Casi” hacia la diferencia, mantenía la esperanza de que algun día, podria olvidarlo. Lo que si cumpliría, sería la promesa de no derramar ni una lagrima más por él, por ésta tonta ilusión.
Big girls don’t cry de Fergie comenzó a sonar, era el hit en ese entonces en todas las estaciones de radio, pero a mi en lo personal no me gustaba para nada. Sin embargo; la chica tenia algo de razón, las chicas grandes no lloran… no deben lloran..
Extrañamente, me sentí de repente llena de valor. Con la fuerza suficiente como para regresar a la casa de los Vulturis, enfrentar a Edward, y decirle un par de cosas. Pero solo era una fantasía. Yo era demasiado cobarde para enfrentarme a él, sin contar que mi pobre corazón de cristal, comenzaba a sentir algo peligrosamente fuerte hacia el.
Imposible… pero cierto.
Aparqué el monovolumen en el húmedo estacionamiento, entre una chatarra vieja de color marrón y un reluciente Volvo plateado, que jamás había visto. Debía ser un estudiante nuevo que venía de alguna gran ciudad, o quizás alguno se había ganado la loteria. Sin prestarle más atención de la que se debía a un vehiculo como este, emprendí mi caminata larga hasta el edificio 9 de ciencias. Tenía clase de química con el Señor Wells.
Subí las escaleras a toda prisa hasta llegar al tercer piso donde se encontraba el laboratorio de química, mientras avanzaba por el peligroso piso, dando tumbos con mis carpetas mal aferradas a mi pecho, alguien pasó junto a mi, empujándome con su fuerte cuerpo hacia un lado. Mis cosas se fueron al suelo.
-Imbécil!- le grité, alzando mis carpetas. Él se alejo con un andar casi inhumano, demasiado felino y rápido, a pesar de esto pude vislumbrar unas hebras cobrizas siendo azotadas por la fría brisa de la mañana.
No!, no podía ser cierto. Él no podía estar aquí.
-¿Te ayudo con eso?-me preguntó una voz masculina junto a mi, sacándome de mis reflexiones, o mejor dicho, de mis temores. Jacob Black, mi compañero de laboratorio, y licántropo, estaba arrodillado junto a mi, ofreciéndome su cálida mano. Era un chico muy agradable con el cual había tenido poco trato gracias a la mala reputación y la aversión que existía entre vampiros y lobos. Alec me tenía prohibido acercarme a él por mi seguridad, y a pesar de que había muerto, el resto de los Vulturis se cercioraban de que siguiera siendo así.
-Ehh, si por favor.-pedí. Él apiló las pocas carpetas que hacían falta y las sostuvo para mí en su mano izquierda, mientras que con la derecha me ayudaba a levantar del piso.-Será mejor que nos apresuremos antes de que el maestro Wells no cierre la puerta en la cara.- apuntó con una blanca sonrisa. Asentí y recibí mis carpetas dirigiéndome a el aula con el corazón a mil. Él estaba allí adentro, podía sentirlo.
-Señorita Swan, Señor Black, pueden hacernos el honor de pasar.-dijo el señor Wells, sarcásticamente. Recorrí el laboratorio con la mirada hasta dar con esos ojos marrón rojizo que me observaron con un reproche inexplicable. Me costó unos segundos asimilar la posición en la que él se encontraba, estaba justo frente a la mesa que a mí me correspondía. Jacob tomó de mi brazo y me arrastró hacia nuestro lugar, huyendo de la mirada enojada del profesor.
-Bien clase, como ya estaba estipulado desde la semana pasada, hoy vamos a ver un tema muy complejo como lo son las reacciones químicas. Sobre sus mesas de laboratorio hay diferentes elementos de la tabla periódica. Lo que tienen que hacer es muy sencillo, crear una básica reacción con un elemento de la primera fila. Ninguno de estos compuestos tiene el nombre en su recipiente, por lo que tendrán que guiarse por sus conocimientos previos sobre las características de estos. Comiencen!-ordenó.
Mi mente muy alejada de la química y peligrosamente cercana a Edward, tomó gafas de seguridad y la bata blanca que el hombrecito científico me ofrecía.
Intenté enfocarme en lo que estaba haciendo, no quería causar una explosión y terminar con el laboratorio.
-Muy bien, Swan.-me felicitó, al pasarse por mi mesa en cuanto tomé el litio y lo introduje en el agua, creando una mini-explosión efervescente. Luego se pasó por la mesa de Edward quien tomó un polvo de color azul para echárselo al recipiente con agua.- Señor....
-Cullen.-apuntó Edward. Todavía dispuesto a incorporarle la sustancia azul al agua.
-¿Qué está usted intentando hacer?, ¿acaso quiere asfixiarnos a todos?-preguntó el maestro, frunciendo el ceño.
-Perdone usted señor Wells, pero en el instituto en el que estaba anteriormente no hacíamos éste tipo de prácticas. Por lo que desconozco éste tipo de ciencia.-explicó Edward. <<Mentira>> rugía en mi interior una vocecita, era imposible que un vampiro con toda su inteligencia y habilidades no pudiera hacer un simple experimento de química. Qué diablos pretendía…
-Ya veo…Swan!- me llamó con un ademan de mano.
-¿Yo?- pregunté haciéndome la desentendida.
-No, yo…-replicó con sarcasmo.- ¿acaso cuál otra Isabella Swan hay en esta clase?- definitivamente odiaba a éste maestro, desde hoy estaba en mi lista negra. A regañadientes me levante de mi asiento y fui hacia ellos.
-¿Si?
-El señor Cullen necesita de sus conocimientos. Instrúyalo y evite que nos mate a todos.-<<Podría hacerlo sin necesidad de estos elementos>> me enseñó una sonrisa forzada y luego se marchó dejándome a solas con Edward. Lo miré con desagrado, queriéndole ahorcar con su ridícula corbata.
-Siéntate. No tengo sarampión ni nada de eso.-dijo Edward, jugueteando con una pequeña pobreta llena de un líquido verdoso.
-¿Qué haces aquí?, ¿por dónde entraste?—murmuré en tono bajo.
-Entre por donde todo el mundo entra, por la puerta.-se río, haciéndome enojar.-no me fue difícil engatusar a la guardia de seguridad.
-Pues no te quiero aquí. Este es mi espacio, mi mundo, y tú no eres parte de él.-solté toscamente.
-Lo siento, Bella. Pero no me dirás que hacer. Yo puedo estar donde yo quiera.- una sonrisa juguetona se deslizó en sus labios, mis piernas flaquearon y me obligaron a sentarme junto a él. Su aroma me enloqueció. Por todos los cielos… eran tan… delicioso… - Ahora responderme tu. ¿Por qué mierdas andas con un licántropo?- su tono de voz evidenciaba un sentido de posesión que no me molestó para nada. Al contrario, me agradó. Sin embargo; no iba a expresarlo en voz alta.
--Eso no te interesa. Yo puedo andar con quién yo quiera.- use su mismo juego de palabras. <<Así como tú puedes revolcarte con cuanta vampira se te cruce por el frente con un letrero que rece: “Coma aquí, es gratis”>>
-¿Acaso estás demente?, ¿no tienes idea de lo peligrosos que son para ti?- inquirió enfurecido. Sus ojos estaban negros.
-No son peligrosos.- me defendí. Bueno, hasta ahora no lo habían sido…
-Si lo son, son inestables, Bella. Te pueden hacer mucho daño.-explicó ahora más tranquilo.
-¿Y si es así a ti qué más te da? Soy solo una humana, una presa más…
-Bella, no cambies el tema.-dijo él desviando de nuevo la conversación. Esa era una pregunta que él no deseaba responder.
-No lo desvíes tu.- hablé alzando la voz. El aula se quedó en silencio ante mis palabras y no pude evitar ruborizarme. El señor Wells vino a nosotros con paso firme y con una mirada recriminadora.
-¿Hay algún problema?- quiso saber, enfrascado en su típico porte de rigidez.
-Ninguno.-afirmó Edward lanzándome una mirada que decía: esta conversación aun no ha terminado.
-Bien, entonces ya que están tan habladores, muéstreme su trabajo señor Cullen, que ha aprendido.- Edward asintió, tomó uno de los tubitos que contenían unas esferas traslucidas y la sumergió, alejándose un poco, hubo una perfecta y gran explosión que dejó a todos pasmados.
-Perfecta reacción del Potasio, Cullen. Usted e Isabella hacen un muy buen equipo. Quiero verlos trabajar más a menudo juntos, pueden lograr cosas maravillosas.-enfatizó la palabra maravillosa, mientras palmeaba la espalda de Edward. La gloriosa campana sonó invitándonos a todos a salir.
Guardé mi cuaderno de apuntes y recogí mis lapiceros para dirigirme hacia mi siguiente clase, tenía Biología con el señor Banner, quizás allí pudiera recuperar un poco de las muchas horas de desvelo. La multitud de alumnos salió del salón, y solo quedamos Edward y yo. Intentaba encontrar las llaves de mi monovolumen en mi inmenso bolso, pero lastimosamente no daba con ellas, cuando al fin aparecieron, me eché la mochila al hombro y caminé hacia la pequeña puerta, Edward me sostuvo por el brazo.
-Suéltame, quieres…-ordené, intenté zafar mi brazo en un movimiento brusco, mas fue imposible, estaba atrapada.
-¿Por qué huyes de mi?-preguntó, sus ojos cálidos destilaron un rayo de peligro tentador.
-No huyo de ti. No te tengo miedo-repuse débilmente. Él ya me tenía bajo su fuerte hechizo.
-¿Ah, no?
-No.-sonó más como una pregunta.
-¿Entonces a qué le temes, Isabella?.-pronunció mi nombre completo de una forma seductora. Mi cordura comenzó a empacar maletas para irse lejos.- ¿a lo qué sientes? miedo de no poder resistirte más a mí. de que esa barrera de hielo se derrita.-afirmó con mucha seguridad en lo que decía. Que después de todo, gran parte de eso era cierta .por no decir toda.
-Edward, por favor… déjame ir, tengo clase en tan solo unos minutos. El se río, mientras me atraía hacia su cuerpo. Frente a frente, cálido y frío, prohibida mente placentero.
-No creo que tu profesor de Bío se moleste porque faltes una clase. Además, yo puedo enseñarte una mejor lección sobre la anatomía humana.- alzó las cejas de forma sugerente. Mi corazón se aceleró, Dios! Esto no podía estar pasando él y yo de nuevo…
¿Por qué Dios me había dado una voluntad tan pobre?
Edward se acercó de nuevo, pegó su cuerpo al mío e hizo chocar mi espalda baja contra la mesa de laboratorio, fijó su mirada en mis labios con expresión deseosa.
-No tienes idea de cuánto he esperado este momento, Bella. Tus labios me atraen fuertemente, cada vez que los muerdes o los humedeces, me vuelves loco. Me hacen querer más de ti.-colocó sus manos a cada lado de la mesa y se inclinó para con un roce suave, unir los suyos con los míos. Se sentía tan bien… pero aquella placentera sensación no duró mucho él se separó de mi de inmediato, dejándome ansiosa por más. Lo observé interrogante.
-¿Acaso quieres más?- <
Mierda!
A pesar de que lo deseara en el alma no podía pedirle eso. ¿Qué diablos me estaba pasando?
-Por supuesto que no!.- le grité, y le di una bofetada en su mejilla.- en tu vida se te ocurra volver a besarme, ¿me entiendes?.
Él rió. Maldita sea, esto no era para nada gracioso, de qué se reía.
-Te besaré cuantas veces yo quiera, ¿sabes por qué?, porque tu cuerpo me lo pide, lo clama a gritos.-<<¿tan notorio era?>>.debía salir de inmediato de este lugar, antes de que el descubriera más de lo que sentía y que debía permanecer oculto. Rápidamente tomé mis cosas y me escabullí por la puerta con el corazón galopando fuertemente en mi pecho. Dios! Qué había hecho… de nuevo había caído en él.
El día avanzaba lentamente como de costumbre, definitivamente, hubiera sido mejor plan quedarme en casa, que aguantarme a los maestros reprochándome por quedarme dormida en clase y a las risitas de mis compañeros que me oían hablando en sueños. La jornada terminó y deseé no estar obligada a tener que ir a casa de los Vulturi.
-Hey, bella durmiente!-me interceptó Jacob con una de sus blancas sonrisas en el parqueadero junto al movolumen.
-No es gracioso, Jake.- le recalqué, frunciendo el ceño.
-Ok, Ok..-sonrío.-Bella… me preguntaba si bueno, tu… y yo…
-¿Tu y yo qué?-visualicé detrás de él, junto al Volvo a nada más y nada menos que a Edward. Así que el vehículo le pertenecía… podría ocurrir un pequeño accidente en el que su Volvo resultara especialmente perjudicado. Sonreí malévolamente para mis adentros.
-¿Quisieras ir a una fiesta esta noche en la reserva conmigo?-soltó sin más rodeos. Eso si me había tomado con la guardia baja.
-Oh.-murmuré.-¿ Es algo así como una cita?-hice la pregunta estúpida de la tarde.
-Lo es.-contestó el con toda seguridad.
La imagen de Edward besándose con la vampira rubia voló a mi mente, haciéndome enfurecer. Tendría que darle una tasa de su propio chocolate.
-Por supuesto, Jake. Me encantaría salir contigo esta noche.-acepté con una sonrisa fingida y seductora,
-Bien, te recogeré a las 8:00.-dijo emocionado.
-A las ocho será.-tomé una pequeña hoja de papel de mi mochila y una pluma, anoté la dirección de la casa de los Vulturis y la deposité en el bolsillo de su camisa.- Te estaré esperando ansiosa.-le susurré en su oído, luego besé su mejilla y me subí en mi Chevy, honrosa de haberle restregado aquella situación a Edward en la cara. Después de todo siempre debes dar de lo que recibes…
(^^)
Hola Chicas!
Por fin de vuelta y muy feliz de alfin actualizar, ustedes saben que siempre ando por estos lares. Es solo que la inspiración no me daba. No se olviden de comentar…
Koko
3 comentarios:
que se jodaaaaaaaaaaaaa!! por maldito ese edward ¬¬ ahora que se la banque me encanto el capitulo :D segui asi!! esperando ansiosa el proximo por fin volviste!! wiii :D
bien que sufra un poquito por querer jugar con ella jajajaja se esta muriendo de los celos....Sigue asi me encantaa......Besos..
Me encantoo! Quiero mas! Jajaja Koko, porfa escribe pronto, ansio el proximo capitulo; por cierto, me encanta que Bella no se deje de ese pendejo! :) Sigue así.
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